domingo, 14 de marzo de 2021

La tragedia de no tener nada.

 (Escrito a inicios del año 2016.)

Jorge Paredes Romero Periodista y humanista peruano


Hace años recuerdo, salía a las calles a entrevistar a la gente de barrios humildes del cono norte de Lima, algunas veces fui con mis hijos y compartí alimentos con esas personas, algo que compraba por allí o que llevaba en tapers para compartirlo, pero era cosa de un día, luego retornaba a casa y me quedaba siempre el amargo sabor que más tarde, por la noche, esta gente no tendría qué comer, que pasaría frio y de seguro hasta sería maltratada.


Esta gente me contaba sobre la tragedia de ser miserables, la pobreza quedaba empequeñecida frente a la miseria, al no tener trabajo, no haberse educado, no tener una vivienda y lo que es peor, ver como otros tenían a pocos metros residencias construidas de la noche a la mañana, con el fruto del robo de su “carguito” en la municipalidad o de haber estado unos años en la política o simplemente ser familia del alcalde o del regidor y ésta gente que ve cómo de pronto estos privilegiados cambiaron de modo de vivir, solo por esa familiaridad o la suerte de haber tenido un carguito en la municipalidad y eso sería lo que les permitió establecer la diferencia.


He conocido esos caminos, recuerdo los años 80, cuando vivía en casas alquiladas, en algún garaje que alguien me brindaba o después en un par de habitaciones que mi esposa arreglaba y le daba alegría, con cortinas y floreros, pero era complicado tener que pedir permiso para tender ropa en alguna azotea, ya que nosotros apenas teníamos acceso a un pasadizo, donde ni daba el sol.


Conforme pasaban los años fuimos ahorrando, hasta poder comprar un pequeño terreno y allí construir la casita que ahora tenemos y nos permite poder brindar a una familia unas habitaciones, pero con respeto y consideración, porque pasamos por ello y sabemos lo que se sufre, entonces damos facilidades y les comprendemos.


Pero conversar con la gente que vive en la miseria, nos lleva a escuchar el resentimiento por la falta de oportunidades, ellos simplemente dicen “no tuvimos la suerte” de tener padres ricos o que sus mayores hayan tenido acceso a un trabajo y ahora simplemente siguen recibiendo cada mañana en un balde que era de pinturas, pues un poco de avena o leche de los programas sociales o al mediodía acceder a un menú preparado por mujeres del barrio, con lo que buenamente pudieron echarle a las ollas gigantescas del comedor popular, en donde por unas monedas pueden acceder a un almuerzo o comprar algo más para la cena. 


Pero allí también hay diferencias, ya que muchos, quizá no todos los dirigentes de esos programas, terminan siendo los nuevos ricos, construyen buenas casas, y de pronto una cuatro por cuatro estaciona en la puerta de esa familia, en donde justamente ese grupo familiar se apoderó de los cargos y son ellos los que al final terminan administrando grandes restaurantes populares, en donde venden comida a la carta y solo ellos van rotando en los cargos año tras año, mientras tanto la miseria atrapa a familias enteras, privándoles desde la salud y van creciendo esos niños con enfermedades crónicas, dolencias que termina matándoles en la juventud o sencillamente conviviendo con los fármacos de por vida, luego no acceden a la educación superior, a duras penas terminaron la secundaria en el colegio nacional, luego de ello irán a trabajar de peones con algún maestro en construcción o ayudando a los abuelos en la recolección para la cachina, en triciclos que recorren las calles acumulando bicicletas viejas y artefactos viejos que van siendo vendidos por unas monedas, para comprar el pan que servirá de engaño en la noche, con una sopita de fideos, de aquellas que venden en sobre de un sol, con glutamato monosódico (ajinomoto), que les llevará irremediablemente al cáncer y la diabetes o por deficiencias nutricionales a la tuberculosis, anemia y muerte por inanición.


Hemos visto a mucha gente morir en la miseria, los hemos visto llorar día a día, alguna vez quizá compartimos un poco de comida con ellos, mientras podíamos, otras veces de lejos solo les veíamos desfallecer o pasar por la casa con una bolsa de pan o vegetales que alguien les alcanzó de buena fe. Hemos visto algunos vecinos que caritativamente en las mañanas les alcanzan un poco de avena, con unos panes y algo de tortilla, pero no todos los días y entonces es cuando a uno se le parte el alma, de saber que hay otros que llevan a la mesa familiar manjares con el producto del robo, de la droga o simplemente del delito que jamás recibe castigo, porque tienen de compadres a la mala policía, la que también engorda gracias a la coima y a la cerveza invitada luego de una repartija.


Da rabia ver a esos políticos, que cada cierto tiempo mienten, engañan y se desgañitan, prometiendo el oro y el moro, con tal de conseguir el voto del que aun tiene esperanzas. La vida me ha encargado ver tanta miseria, tanto dolor en personas enfermas, en hogares de muchos hijos y en las madres tempranas, que terminan siendo niñas que juegan con el cochecito de sus hijos y jovencitos que terminan cachueleando con la mototaxi, para reunir unos pocos soles para mantener a la temprana y precaria familia. 


Recuerdo siempre aquel jovencito que apenas termina la secundaria y muere luego de chocar con la mototaxi que sus padres le compraron, creyendo así ayudarle para sostener a la pareja también escolar, que ya esperaba una criatura. Pude verlo un día en casa, era compañero de estudios de mis hijos y a los pocos días era cadáver, me invadió la pena de muchas maneras, creo es algo que jamás podré olvidar.


¿Pero qué puede hacer una familia de 4 miembros con los pocos soles mensuales? a lo que tienen que descontarle de la AFP y luego de EsSalud, sus pasajes, lo que gasta en el refrigerio, termina quedándole apenas 300 soles, menos de cien dólares, y es lo que llevará a casa a fin de mes ¿Se imaginan? acaso podrá esa familia alimentar a sus dos hijos de buena manera? Podrán darle buenos estudios? Pensarán en estudios superiores? Porque esos salarios de hambre son eternos, siempre será así, siempre el salario mínimo y hay casos peores, en los que no tienen acceso ni a esos pocos soles.


Acaso podrán pensar esos jóvenes en tener casa propia o en disponer de un vehículo? Pero si el de más allá, el que está en la planilla del regidor tal o del otro que es alcalde o como ya les dije antes, es familia de un privilegiado asesor o seguridad de un político. También ellos viven en los barrios, pero son los que tienen marcadas diferencias con los demás, con los desposeídos, pero en general he podido ver que la pobreza es uno de los mayores enemigos de la población peruana, podríamos decir que  la esperanza de vida es 74 años pero la pobreza tiene atrapada a por lo menos el 65% de la población peruana, apenas habría un 5% que tiene una vida digna un 30% está en una situación llamada clase media, que no viene a ser sino los que de un modo u otro han logrado asegurarse un trabajo, un ingreso, estudios, es ese 65% que aparte tiene un 30% en miseria y un 12% que está en situación desesperante.

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