lunes, 25 de octubre de 2021

Es mi tiempo, es mi vida.


La verdad, no sé si viví demasiado o lo suficiente, pero hasta hoy he visto creo ya, mucho más de lo que en algún momento pensé conocería de este mundo, en estos setenta y ocho años de existencia.

Si tuviera que hacer un balance, diría que los momentos dichosos han sido muy pocos, aunque intensos y que las vivencias ingratas han sido muchas, fuertes y muy hirientes.
He tratado en todo momento ser, lo que considero noble y grato, quizá contradiciendo lo que recibía de los demás.

Desde niño sufrí el abandono, el abuso y viví en medio de muchas mentiras y engaños, pude ver lo bajo a dónde puede llegar un ser humano, peor aun si lo hace adrede, resulta más perverso y destructivo, hace daño, duele.

A los 19 años procuré vivir lejos de aquello, me aparté en una época cuando la mayoría de edad era a los 21, trabajé y aprendí a ganar dinero para mis necesidades y pude solventarlas, sin tener que recurrir a las malas artes, supe conseguir que me estimaran por mi desempeño y logré ser administrador y no quedarme en un cargo subordinado; sin embargo, por las exigencias de la universidad, tuve que dejar el trabajo y sostenerme con la música. 

Cuando la vida empezó a sonreírme, recibí una oferta de trabajo en la universidad y mi padre quiso enviarme a la Argentina de 1971, todo se enredó, escribí un ensayo y terminé al fondo de una quebrada, desde entonces quedé paralizado en una cama, en la cual estoy ya cincuenta años. 

No ha sido fácil, he salvado de morir varias veces, mientras tanto escribí muchas carillas sobre la realidad peruana. Me volví un acucioso investigador en varios temas y la verdad, no deseo ya continuar, es muy sucio lo que encontré y me asquea haber llegado a enterarme de tanta basura. 

Aquellos a quienes muchos mistifican, resultaron torcidas personas, que lejos de haber beneficiado al país, lo vendieron y traicionaron. Hay quienes han sido vituperados gratuitamente y en verdad solo fueron luchadores y callados héroes sociales. 

Hay otros que recabaron honores y prestigio, cuando en verdad no lo merecieron y murieron en medio de loor, cuando en verdad fueron torcidos personajes en la historia, habría muchos. 

Ello me hace pensar con más certeza, que existe una justicia más allá de la muerte, porque no es posible que tales injusticias queden sin aclararse, debe darse un tiempo de ajuste postrero.  

Nadie es perfecto, cometí errores, lo sé, pero supe enmendarlos a tiempo, quizá la vida estaría en deuda conmigo, mas no soy yo quien deba hacer justicia. 

Puedo ver con mucha pena, cuánto dolor causamos los seres humanos a nuestros animalitos y es algo que hubiera querido remediar, pero no siempre está en nuestras manos lograrlo todo.  

Lo que más me enerva y rebela, es la maldad de un sector de gente, que con perversidad estaría causando mucho daño a los demás. Gente que ha acumulado poder y dinero y lo utiliza para causar más daño aún, eso ya resulta demoníaco, va más allá de la calidad humana. 

Menos mal hay también seres casi angelicales, que dedican su tiempo y sus fuerzas, para atenuar la maldad de otros y menos mal logran hacer sonreír, a quienes solo sabían enjugar lágrimas y era el sueño quien lograba apaciguarlos, hasta que conseguían un estado más aceptable de vida, lejos del sufrimiento de ayer.

No sé cuánto la vida aún me alcance, no sé cuándo llegue mi hora, espero hasta entonces, haber logrado la sonrisa de mi prójimo y haber llegado al corazón de otros, con el mensaje de esperanza aprendido, que uno debe compartir y así cumplir con los demás.
Eso espero...






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